La movilidad de tobillo se refiere a la flexibilidad de la articulación, junto a sus músculos y tendones. Se desarrolla fundamentalmente en el plano sagital. El arco o rango de flexoextensión medio es de 43 a 63º, aunque solo 30º de este arco (10º de flexión dorsal y 20º de flexión plantar) son necesarios para una marcha estable. Por otro lado, la musculatura implicada en dicho movimiento es el tibial anterior, el extensor largo del dedo gordo, el tercer peroneo y el extensor largo de los dedos.

Cuando la articulación es flexible, existe un mayor rango de movimiento para realizar tus actividades, el cual es muy importante para caminar, correr, bajar escaleras y completar muchos ejercicios basados en la fuerza.

Una limitación del rango de dorsiflexión puede darnos dificultades a nivel postural, llevando a la inclinación a nuestra pelvis con rotación interna coxofemoral y un valgo de rodilla, o a veces se asocia con una hiperpronación del pie, que conlleva a una rotación interna de tibia y de cadera más una adducción.

Por lo tanto, todo ello puede conducir a una compensación en el pie, cadera o espalda baja, presentándose en ocasiones en forma de dolor y lesión.

Para evaluar la movilidad, el test por excelencia es el Lunge, donde apenas necesitamos una pared y una cinta métrica. También podemos valorar con goniómetro, midiendo los grados de la flexión dorsal, o bien mediante análisis de vídeo o aplicaciones.

En definitiva, la falta de dorsiflexión de tobillo se presenta como un factor de riesgo para lesiones deportivas comunes como la tendinopatía rotuliana, la aquilea, esguinces de tobillo, roturas del LCA, etc.

En la publicación de Instagram que observamos a continuación, mostramos una serie de ejercicios con los que ganar movilidad de tobillo, además de dos técnicas pasivas de posteriozación del astrágalo para la mejora de la flexión dorsal.

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